martes, 29 de abril de 2014

El perdón que libera

De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. –Colosenses 3:13

Sucedió en Omaha Beach el 6 de junio de 1944: las fuerzas aliadas desembarcaron en las playas del Norte de Francia. Los 40 soldados del pontón PA 3-37 debían recorrer 500 metros al descubierto antes de llegar a un lugar seguro. En pocos minutos, 39 de ellos cayeron ametrallados por Fritz Wunderlick. Sólo uno sobrevivió: el americano Stargell. A partir de ese momento la vida de Fritz se convirtió en una pesadilla. 58 años más tarde, aún perseguido por ese recuerdo, vio un documental sobre el Desembarco de Normandía. Quedó paralizado cuando vio al único sobreviviente testificar sobre la tragedia del pontón. Luego decidió ir a verlo. Cuando llegó, le dijo: «Soy Fritz Wunderlick. Tenía 17 años cuando abrí fuego contra los soldados del pontón PA 3-37, el 6 de junio de 1944. Hice este viaje para pedirle que me perdone por ese horrible acto que aún me persigue por las noches». Los dos hombres se abrazaron y lloraron: uno debido a los remordimientos y el otro debido a la alegría que le daba perdonar. Stargell pudo perdonar, porque después de aquel día había creído en Dios, quien lo liberó del odio y le ayudó a reconstruir su vida.Todo hombre es enemigo de Dios, por ello necesita perdón, reconciliación. Dios lo ofrece a aquel que se arrepiente de sus faltas y cree que Jesús murió en la cruz para hacer posible ese perdón: “Siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Romanos 5:10). Como el creyente conoce el perdón de Dios, está listo para perdonar a quien le hace daño. A menudo se trata de un procedimiento doloroso, pero la gracia de Dios cura el corazón y la mente.

lunes, 28 de abril de 2014

Ropa de Domingo

Si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. - Santiago 1:23-24.» 
Un domingo, al final de una reunión cristiana y en presencia de muchas personas, un hombre de Oceanía oró con estas palabras: «Señor, no permitas que las bellas palabras que acabamos de oír tengan el mismo destino que la ropa elegante que usamos hoy, la cual guardaremos hasta el próximo domingo. Al contrario, haz que tu verdad penetre en nuestros corazones y permanezca imborrable como un tatuaje, hasta nuestro último día».Esta oración también podría ser la nuestra. Escuchamos la Palabra de Dios y luego, emocionados por ella, tomamos buenas resoluciones… Pero rápidamente la vida cotidiana nos atrapa como si fuese un engranaje. No dejamos suficiente lugar a esta secreta meditación que “mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella” (Santiago 1:25). Pidamos a Dios que nos abra los ojos para ver las maravillas de esta divina Palabra (Salmo 119:18.) ¡No nos conformemos con ser o parecer cristianos solamente por un momento, por ejemplo cuando vamos a una reunión cristiana! Para ser cristiano hay que creer en el sacrificio del Señor Jesús (ir a las reuniones no es suficiente). Y si hemos creído, eso debe verse reflejado en nuestra manera de vivir. ¿Quién soy realmente? ¿Un cristiano satisfecho con mis prácticas religiosas? ¿O un cristiano convencido de que Cristo murió para borrar mis pecados, que desea honrar a su Maestro en la vida cotidiana, en la casa, en el trabajo o en la escuela, tanto los domingos como los otros días de la semana?

martes, 28 de enero de 2014

EL PLAN DE RESCATE DEL SEÑOR

El Creador puso a dos personas con almas puras en el huerto del Edén, pero cuando Adán y Eva eligieron desobedecer, sus corazones se volvieron pecaminosos. Dios les había dicho que el castigo por su pecado era la muerte (Gn 2.17).Los primeros padres de la humanidad legaron su condición pecaminosa a todo el género humano. Por eso, todos nacemos con un corazón en rebeldía contra Dios. Al igual que un niño que desafía a sus padres tocando un objeto prohibido, nosotros desobedecemos a nuestro Padre celestial porque preferimos seguir nuestros propios deseos.No es nuestra mala conducta lo que nos condena, sino el hecho de que nuestra naturaleza está corrompida. Nuestros hechos, sean buenos o malos, no son los que determinan dónde pasaremos la eternidad. Aparte del Señor, nadie es justo; ninguna persona ha hecho tanto bien que pueda ganarse un lugar en el cielo. Pero el Padre celestial nos ama y quiere que vivamos con Él eternamente. Por eso, antes de la creación del mundo, concibió una solución.El plan de redención era sencillo: tenía que hacerse un sacrificio perfecto por el pecado de la humanidad, para que pudiéramos presentarnos sin mancha delante de un Dios santo. El sacrificio fue Jesucristo, quien murió en la cruz, llevando todo nuestro pecado. Cuando ponemos nuestra fe en Él como nuestro Salvador, nuestra naturaleza “carnal” muere con Él. Y el Espíritu Santo viene a hacer nuevos nuestros corazones para que podemos encontrar gozo en la obediencia a Dios. ¡Somos rescatados y hechos libres!

lunes, 3 de diciembre de 2012

La Verdad

• La verdad tropezó en la plaza. – Isaías 59:14.
¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz… ! – Isaías 5:20.

A lo largo del proceso que lo condujo a su condenación, Jesús dijo a Pilato, quien lo interrogaba: “Para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz”. Entonces Pilato le preguntó: “¿Qué es la verdad?” (Juan 18:37-38). Y luego salió sin esperar la respuesta.
Han pasado cerca de dos mil años y los hombres siguen haciéndose preguntas respecto a este tema. «La verdad no existe», responden algunos. «Pretender conocerla es un orgullo que puede conducir a la intolerancia», dicen otros. Entonces, ¿dónde hallar la verdad? ¡En Dios; él es “el Dios verdadero”! (Jeremías 10:10). Su palabra es la verdad (Juan 17:17), y su Hijo vino al mundo para traernos la verdad (Juan 1:17). Jesús mismo dijo: “Yo soy… la verdad”. Dios quiere que “todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1ª Timoteo 2:4).
Sin embargo muchos la rechazan. Y negar la verdad es rechazar a Cristo mismo. Tal actitud trae inexorablemente el juicio de Dios sobre los que no hayan creído en la verdad (2ª Tesalonicenses 2:10-12). ¡Qué terrible sentencia, y ésta sólo es el preludio a su condenación eterna!
Si usted posee la Biblia, tiene la verdad divina al alcance de su mano. ¡Léala! En ella encontrará a Jesús, expresión perfecta y viva de la verdad. En él hallará, no la verdad que condena, sino “la gracia y la verdad” unidas para salvar (Juan 1:17).

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Las Herramientas de Dios

• Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien… Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo. – Romanos 8:28-29.

Cuando se extrae un bloque de mármol de una cantera, todavía es impropio para cualquier uso. El escultor deberá trabajar mucho tiempo empleando múltiples herramientas para dar forma a una obra de arte.
¡Con nosotros ocurre de igual manera! Cuando creemos en el Señor Jesús como nuestro Salvador, somos semejantes a ese bloque deforme. Dios se ocupa de nosotros y, mediante diversos instrumentos, nos da forma según su deseo. Emplea su Palabra para instruirnos, pero también utiliza las circunstancias de la vida y especialmente las pruebas, tales como la enfermedad, un accidente, un fracaso escolar, profesional o sentimental… Todo está a su disposición para ese fin. Las herramientas de Dios a menudo causan dolor, pero nunca olvidemos que su mano es la que las maneja.
Sabemos que nada ocurre por casualidad, que Dios controla todo. Su poder ilimitado está al servicio del bien de sus hijos. ¡Qué tranquilidad debería darnos este pensamiento cuando pasamos por la prueba!
¿Y cuál es el objetivo que Dios persigue? Así como un escultor tiene ante sí un modelo, el cual se esfuerza en reproducir en la piedra, Dios tiene un modelo propio: su Hijo, el hombre perfecto. Quiere reproducir en nosotros sus caracteres, hacer que al igual que él nos volvamos pacientes, humildes, obedientes, caritativos… y él se toma su tiempo para producir ese resultado en la vida de usted y en la mía.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Extranjero.

Conforme a la fe murieron todos éstos… confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.Hebreos 11:13.
Nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo.Filipenses 3:20.

Abraham, llamado por Dios a salir de su país para ir a Canaán, expresó claramente a los que lo rodeaban que él no era de ellos: “Extranjero y forastero soy entre vosotros” (Génesis 23:4). Al igual que Abraham, hoy los creyentes son extranjeros en un mundo que crucificó a su Señor. Su verdadera patria está en el cielo donde, por su obra en la cruz, Jesús les ha asegurado un lugar.
¿Cómo se comporta un extranjero que ama su patria? No pasa desapercibido, pues su conducta, su mentalidad y sus costumbres lo delatan. Habla de su país, desea que los demás conozcan sus atractivos, defiende sus intereses, desea volver regularmente.
Amigos creyentes, podemos trasladar todo esto al plano espiritual. Hablando de los suyos al Padre, Jesús dijo: “No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo” (Juan 17:14). ¿Manifestamos esto en nuestra forma de vivir? O, por el contrario, ¿a veces tratamos de actuar como los demás, quizá por miedo a ser rechazados? ¿Somos esos fieles embajadores de Cristo, siempre listos para hablar de nuestro Salvador y suplicar a los que nos rodean que se reconcilien con Dios? (2 Corintios 5:20). En otras palabras, ¿esperamos fervientemente el día en que el Señor venga a buscarnos y nos lleve a nuestra patria celestial, la casa del Padre?

jueves, 1 de noviembre de 2012

El Evangelio.

¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual (fue) anunciada primeramente por el Señor. - Hebreos 2:3.

El Evangelio, palabra que literalmente significa «buena noticia», es presentado en la Biblia bajo diferentes aspectos:
El evangelio de Dios… acerca de su Hijo” (Romanos 1:1, 3) tiene su fuente en Dios mismo y se concentra en una persona, su Hijo Jesucristo, enviado para buscar y salvar a los que estaban perdidos. ¡Qué buena noticia!
El evangelio de vuestra salvación” (Efesios 1:13) recuerda a cada uno la necesidad de recibir esta buena noticia para ser liberado del juicio que sigue a la muerte.
El evangelio de la gracia de Dios” (Hechos 20:24) se dirige a los culpables que merecen la condenación eterna, a quienes Dios ofrece gratuitamente su gracia, su perdón. ¡Noticia de importancia vital!
No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree” (Romanos 1:16). Sólo el poder divino puede salvar a pecadores incapaces de escapar por sí mismos a su condición de perdición. ¡Grata noticia!
El glorioso evangelio del Dios bendito” (1 Timoteo 1:11), esta buena noticia, no sólo nos aporta la gracia, sino que también nos prepara para la felicidad y la gloria venideras.
El evangelio de la gloria de Cristo” (2 Corintios 4:4) nos recuerda que la gloria preparada para aquel que cree es la de Cristo resucitado y coronado de honor en el cielo. ¡Qué gloriosa noticia!
¡Que nadie rechace una noticia tan buena!